El resultado del modelo es un índice de circularidad, cuyo cálculo se estima combinando dos componentes:

  • Circularidad de flujo, considera la procedencia y el destino de los materiales y la energía en las fases de:

> Entrada (porcentaje de materia y energía de origen renovable o no renovable, recicladas, reutilizadas, etc.).

> Salida (porcentaje de materia y energía que van a upcycling, reciclaje, reutilización o residuo no recuperado).

  • Circularidad de uso, considera el aumento del factor de utilización y de la vida útil del activo, ya sea extendiendo su ciclo de vida o aplicando los pilares “plataformas de uso compartido” y "producto como servicio".

 

Al medir el índice de circularidad, será más fácil evaluar el éxito y la efectividad de la economía circular.

A partir del 2020 se incorporó este modelo en la plataforma de gestión ambiental MIMA, para medir la circularidad de la operación de las plantas de energía renovable solar y eólica junto a la medición de huellas ambientales.