Las calles de Santiago recibían el abrazante sol del verano, comienza febrero y con él se sentía el calor seco e inclemente. A pesar de las altas temperaturas la ciudad estaba paralizada: las calles del centro estaban llenas de carteles dando aviso de los desvíos y cortes en el centro de la ciudad. Alrededor del circuito de la Formula E se alzaban las vallas de seguridad y las rejas de contención, en medio del agudo ruido de los motores eléctricos y de los gritos de un público atento a cualquier movimiento dentro de la pista.
Santiago fue sede de una de las carreras internacionales más revolucionarias del último tiempo: la Fórmula E, instancia en donde la adrenalina y el vértigo de las carreras de Fórmula 1 se unen a los avances tecnológicos que permiten que estos monoplazas se desplacen a altas velocidades sin emitir gases contaminantes. Al igual que los demás países donde se desarrolla esta competencia, Enel en su rol de “Power Partner”, es uno de los principales protagonistas de la Fórmula E, gestionando la eficiencia de los sistemas eléctricos que se utilizan en la carrera, característica que hace a este evento deportivo uno de los más sustentables del mundo.
Desde las 8:00 a.m. y durante todo el día, los fanáticos y entusiastas del automovilismo llegaron para vivir la revolución de la movilidad eléctrica, la que ya no es un sueño futurista, sino una realidad en pleno desarrollo. Ubicado en el Parque Forestal, el E-Village fue el anfitrión para que las distintas organizaciones, que apoyaron la llegada a Chile de esta carrera, aprovecharan la excelente vitrina ofrecida por el evento, que alcanzó a 200 millones de espectadores a nivel mundial.
Fue una jornada llena de emociones: una pista compleja que puso al límite las habilidades de los pilotos y de toda la ingeniería de las escuderías en competencia. El público asistente vibró con cada vuelta, que al final entregó como ganador a Jean-Eric Vergne de Techeetah, quien celebró con la clásica explosión de champaña y confeti acompañado del aplauso de un miles de fanáticos que ovacionaron la indiscutida destreza del campeón en la pista.
Así, la sociedad chilena vivió una emocionante experiencia, quizá inimaginable para generaciones pasadas pero que hoy es toda una realidad: la movilidad eléctrica se tomó las calles para simbolizar su aporte en la construcción de una sociedad más moderna, sustentable y amigable con el medioambiente.