Día a día las obras sociales enfrentan una constante batalla para entregar soluciones a conflictos que no son efectivamente solucionados a través de las políticas públicas o no son abarcadas en su totalidad por las mismas. Una de estas obras es la que lleva a cabo la Fundación “Pequeño Cottolengo”, ONG sin fines de lucro, que tiene como misión entregar a niños, jóvenes y adultos, con discapacidad intelectual profunda y en situación de abandono, la mejor calidad de vida posible. Allí, equipos de profesionales de distintas áreas de la salud entregan sus habilidades en conjunto con un sistema de apadrinamiento y tutoría de voluntarios a pacientes y familiares, labor que llevan desarrollando en Chile desde 1970 en sus sedes de Santiago, Rancagua y Quintero.
Esta fundación se financia principalmente gracias a las donaciones voluntarias, así como a la realización de eventos para la recaudación de fondos, con los que también buscan dar a conocer su importante obra al público general. Su principal evento es “Parque Feliz”, actividad que este año fue realizada del 10 al 12 de noviembre en el Parque Bicentenario de la comuna de Vitacura. Fueron tres días llenos de juegos, actividades, exposiciones y shows de alto nivel, como el de Mazapán o el del comediante Stefan Kramer, los que fueron disfrutados por toda la familia.
En esta oportunidad, Enel se sumó a la causa aportando 2.000 lámparas solares que fueron puestas a la venta durante el evento. Para la Fundación este tipo de ayuda es indispensable ya que permite que su mensaje y causa llegue a más personas: “El aporte del Estado cubre menos del 20% de los costos que se requieren para mantenernos en funcionamiento, es por esto, que la contribución de la empresa privada es fundamental y en el caso de Enel, estamos muy contentos porque además del aporte económico, se han involucrado más profunda y conscientemente con nuestra obra, visitándola y trabajando en conjunto, compartiendo con los residentes, entregándoles un tiempo de cariño y compañía. Eso es justamente lo que buscamos de las empresas, un compromiso más allá de lo económico”, comentaron desde la Fundación.
Para llevar a cabo este compromiso, al interior de Enel activamos una campaña de voluntariado a través de la cual nuestros colaboradores se hicieron parte del armado de estas lámparas solares. Ejemplo de ello es la experiencia de Sandra Ogaz, colaboradora Enel que trabaja en el área de Innovación, y que fue una de las voluntarias que se unió a esta causa, aprovechando la oportunidad para aprender un poco sobre la tecnología solar con la que funcionan estas lámparas: “Encuentro muy valioso participar en actividades de voluntariado, siempre estoy atenta a estas acciones, sobre todo a las que involucren a la familia. En este caso, el llamado a construir lámparas solares me llamó mucho la atención, ya que implicaba además aprender algo nuevo y si bien es cierto, sólo participé un una parte del proceso, me encantó haber colaborado”, comentó Sandra.
En Enel buscamos abrir nuestra energía a más personas y asociaciones, siempre atentos a ser parte de acciones que generen valor compartido con la sociedad. Un compromiso que con firmeza mantendremos en el tiempo.